lunes, 5 de abril de 2010

Cambio radical y ciudadano


Con la crisis planetaria iniciada a fines de 2008, el modelo económico neoliberal mostró su agotamiento definitivo. Pero, mientras que la mayoría de los gobiernos del mundo desarrollado se distanciaban de esa doctrina, el régimen espurio de Felipe Calderón se aferró a ella y gravó y profundizó los impactos de la crisis entre la población. A causa de ello, México es la economía que más retrocedió en América Latina y que más tardará en recuperarse. El gobierno afirma que la crisis "ha quedado atrás", pero la gente vive otra cosa: los ingresos caen, los precios aumentan y miles de productores y comerciantes están en la quiebra.


El calderonato impone sacrificios a la población para beneficiar a la minoría que lo impuso en Los Pinos y que concentra la riqueza nacional. Así, PRI y PAN acordaron aumentar impuestos a los que menos tienen y no cobrarle a los grandes potentados. No es casual que en nuestro país vivan el hombre más rico del mundo y 80 millones de pobres.


Por esta ruta de saqueo, corrupción, degradación política y miseria, el país se dirige a la exasperación social, al estallido y a la desintegración.


Desde el poder quieren triturar cualquier esperanza.Y aunque el descontento, la indignación y la esperanza individuales se multiplican, no bastan; se requiere de la solidaridad de los ciudadanos, de armar una crítica razonada que permita construir, colectivamente, las alternativas. Organizarse para defender sus derechos, es la única esperanza para los más afectados por la política depredadora: campesinos, indígenas, trabajadores, jóvenes desempleados, estudiantes, amas de casa; empresarios, comerciantes y profesionistas de clase media; la mayoría.


La política económica, aplicada desde el sexenio de Salinas, tiene a la nación al borde del desastre. Pero si queremos un país próspero, seguro, libre y soberano, debemos imponer, con la fuerza de la organización popular, un cambio radical y profundo de la economía y de la sociedad.